
Una nutrición adecuada es básica para cualquier persona. El correcto balance de los nutrientes en el organismo va a repercutir en el correcto funcionamiento del mismo.
En otras palabras, ahora que estemos saludables. Y estar saludables quiere decir que será más improbable enfermar, que tendremos más vitalidad, más energía para desarrollar las tareas diarias, que posiblemente nuestro estado de ánimo sea mejor etc. y todo ello siempre tendrá un impacto positivo en todas las áreas de nuestra vida.

No obstante, las personas tenemos diferentes estilos de vida, y esto dificulta muchas veces tener una alimentación adecuada. A veces por la propia dificultad que ese estilo de vida entraña. Otras veces por la propia ignorancia o incapacidad del individuo de ser disciplinado en su alimentación.
Llegar a una alimentación saludable no es fácil. Tenemos estímulos constantes hacia alimentos que dominamos como comida rápida, que suelen tener dos peligros. El primero es que saben mejor. Son alimentos cargados de azúcar, o hidratos refinados, que generalmente gustan a todo el mundo. Y el segundo peligro es que o están ya preparados o son fáciles de preparar, y por tanto, es una solución rápida para las vidas aceleradas que solemos llevar.
Una lasaña pre cocinada suele encajar en esta descripción.

El personal de vuelo es ese tipo de estilo de vida que dificulta llevar una dieta equilibrada. ¿Por qué? Pues en primer lugar porque las jornadas de trabajo son muy irregulares. Alternamos días libres con días de trabajo que generalmente se ejecutan en extensos días de vuelo, pudiendo estar en el avión 10 horas seguidas.
Y ademas hay un factor propio de la naturaleza de dicho trabajo que nos debe dar una pauta de COMO debiera componerse un plan alimenticio de un tripulante. Y es el sedentarismo. Hay que tener en cuenta que pasamos muchas horas sentados en la cabina como pilotos, y aunque los tripulantes de cabina se mueven algo más, la quema de calorías en los servicios no es muy alta y también pasan tiempo sentados en sus galleys.
Por este motivo ya podemos sentar la primera pauta del plan. Sería deseable reducir los hidratos de carbono refinados. Esto es así, porque se transforman en una energía rápida que no vamos a consumir , por ese sedentario prolongado. Dicha energía acabará por almacenarse en forma de grasa.
Es decir, debe haber una base de frutas y verduras predominantes y una reducción de arroces, pastas, pan etc. A su vez, seria deseable aumentar la cantidad de proteína a ser posible de carnes magras o pescado.
Carnes rojas con mayor porcentaje graso, serían menos deseable por el mismo planteamiento anterior.
A su vez, los aviones son espacios de ambientes secos por tanto es conveniente la hidratación regular, y por tanto, es recomendable beber agua con frecuencia para mantener el nivel de hidratación en perfecto balance. Las consecuencias de una mala hidratación no deberían ser despreciadas, ya que son tales como: cambio en el aspecto de la piel, dolores de cabeza, mareos, cambios del estado de ánimo etc.
Así que, como tripulante debes saber cuales son tus necesidades alimenticias y adaptarlas a tu entorno y dinámica laboral en pro de tu propio bienestar.
Buenos vuelos y buena alimentación,
Tony
