
Si eres un tripulante normal, es muy probable que en algún momento de tu carrera, bien cuando empezaste o bien durante el progreso de tu carrera profesional, te hayas hecho esta pregunta.
Y este dilema, con alta probabilidad, comenzó como consecuencia de un mal día. A veces, ni si quiera un mal día.
Empezó con un agresivo debriefing por parte de un instructor o examinador que termino un feedback negativo, que yo personalmente suelo llamar feedback tóxico.
Y lo catalogo como tóxico porque tiene la facultad de contaminar tu mente. Algo tóxico, es precisamente eso. Aplicado a las personas, se denomina persona tóxica a alguien que genera sentimientos negativos o emociones desagradables en los demás.
Y esto es lo que ha conseguido este supuesto instructor o examinador.
Y una de las cosas que ha activado esta situación de angustia y cuestionamiento es que, muy probablemente, tienes la sensación que no lo estabas haciendo tan mal.
Identificas algunos de tus errores, y no te parece que el desempeño general fuera tan malo. Pero después de ese debriefing sientes que no vales para la profesión.
Y entras en una crisis de pensamiento que puede durar días, hasta que algún compañero con quien hablas habitualmente consigue animarte un poco, con más o menos acierto.

Y si tienes algo de suerte, quizás el próximo día encuentras un instructor que es todo lo contrario y esto te mete en una montaña rusa emocional que podría ser más contraproducente de lo de deseable.
Un buen instructor, tiene como objetivo ayudar a su alumno a alcanzar su meta.
Esta puede ser superar un curso, superar una fase de entrenamiento especifico, o adquirir determinadas competencias para un trabajo en concreto.
Por tanto, no es difícil identificar un instructor tóxico. A su vez, es importante hacerlo para que no entres es una espiral psicológica destructiva que acabe por producir un rendimiento cada vez más pobre.
Hay algunas características que suelen ser comunes:
La primera es el lenguaje corporal, que a su vez, suele ser lo más dañino aunque no lo parezca. Gran parte de las interacciones, sobre todo las que tienen que ver con correcciones y enseñanza se hacen con una actitud agresiva, incluso manifestando cierta molestia por tener que hacerla.
Gestos de desaprobación ante cualquier respuesta o acción incorrecta, risas irónicas, a veces incluso ignorar al alumno, son comportamientos habituales.

Respecto al lenguaje verbal, suele ser igualmente agresivo. Tono tenso, muchas veces desafiante y en que todas las intervenciones suelen ser para resaltar errores y escasas veces para señalar aciertos o virtudes.
Los más tóxicos, suelen entrar en lo que yo denomino fase de ensañamiento, usando frases como “¿de verdad has estudiado?” “¿Pero tú sabes algo?” “¿En serio tu eres piloto o tcp? “no tienes ni idea” “estas jugando con mi licencia (ante algo que no has hecho bien) “Ya deberías saberlo, esto no es una academia” etc. la colección de frases de este tipo es amplia.
Con todo esto presente, en la mayoría de los casos es la respuesta a la pregunta inicial es SI, si que sirves para esto.
Una de las cosas que debes hacer es ser crítico contigo mismo e identificar que cosas realmente puedes mejorar y cuales haces bien. De hecho, un buen instructor, debe dar al alumno la oportunidad de darse su propio feedback.
Esto le da la posibilidad de comprobar la propia la capacidad del alumno de percibir sus errores, y a su vez saber si estos se producen por desconocimiento o por causas puntuales y corregibles.
En esta profesión, vas a encontrar este perfil de instructores. Y tienes que aprender a lidiar con ello.
Lo más importante es que tengas las herramientas para auto gestionarte y poder aislarte de un tipo de formación que no te va a ayudar nada, y a su vez sepas manejar la situación para que no te perjudique.
Hasta entonces, encontrad cielos pacíficos.
Tony. QrewMentor Team
